En su biblioteca guardaba libros de Proust, Chejov y Lorca. Asistía a clases nocturnas de Poesía Renacentista en la Universidad de Los Ángeles. Y una de sus frases más repetidas en los rodajes era “Estoy segura de que lo puedo hacer mejor”.
Y sin embargo lo que conocemos de ella es su exuberante sensualidad, sus romances turbulentos y su “Happy Birthday, Mr. President.” Ahora Blonde, la película que Netflix estrena este 23 de septiembre, pretende acercarnos a la mujer encorsetada y asfixiada por el mito de Marilyn Monroe.
La primera película +18 de Netflix
La rubia más famosa de Hollywood (entonces y ahora) ha suscitado siempre muchísima curiosidad. Su despampanante imagen, el poder que parecía otorgarle la fama y su dulce inocencia cautivaron al público. Y crearon el mito sobre el que Joyce Carol Oates escribió en el año 2000.
En esta biografía novelada de la vida de Marilyn se basa la película escrita y dirigida por Andrew Dominik, Blonde. Pero el proyecto ha tardado casi una década en ver la luz, y el proceso ha sido tan turbulento como la propia vida de la actriz en la que se basa.
Blonde fue rechazada por numerosos estudios hasta que lo compró la famosa plataforma de streaming. En la pre-producción la decisión de elegir a Ana de Armas, una actriz hispano-cubana, para interpretar a este icono norteamericano levantó mucho revuelo. Y una vez finalizado el rodaje las polémicas no cesaron.


Múltiples retrasos y discusiones en la sala de montaje por ser una película “demasiado explícita”. Un juicio injusto según su director que la ha convertido en la primera película de Netflix con calificación NC-17 (el equivalente norteamericano a +18).
Marilyn es un mito intocable. Y eso no siempre es bueno.
El propio Dominik está convencido de que si la película tratase de otro personaje no se hubiese encontrado con tantas trabas en el camino. “La calificación es un acto político” afirmó, cuya censura solo se entiende porque Marilyn es un mito intocable de la cultura estadounidense.
Pero es que Marilyn, cuyo nombre real era Norma Jean, fue mucho más de lo que nos han vendido de ella. O, al menos, fue mucho más compleja y humana. Precisamente esto es lo que quiere demostrar Blonde con su particular y honesto retrato de la mujer que se escondía detrás del mito.
En su caso la distancia entre la persona y el personaje era, probablemente, demasiado amplia. Una dualidad que, lamentablemente, terminó por fracturar su identidad.